jueves, 26 de julio de 2007

Epílogo

EPILOGO - 19 AÑOS DESPUES

El otoño pareció llegar repentinamente ese año. La mañana del uno de Septiembre era crispada y dorada como una manzana y mientras la pequeña familia se apresuraba a cruzar la ajetreada calle hacia la grandiosa y sombría estación, el humo de los tubos de escape de los coches y el aliento de los caminantes centelleaban como telas de araña en el aire frío. Dos grandes jaulas descansaban en lo alto de los carritos de equipaje que los padres empujaban, las lechuzas dentro de ellas ululaban indignadamente, y la pequeña pelirroja se demoraba temerosamente tras sus hermanos, aferrada al brazo de su padre.
-No pasará mucho tiempo, y también tú iras, -le dijo Harry.
-Dos años, -resopló Lilly-. ¡Yo quiero ir ahora!
Los transeuntes miraban curiosamente a las lechuzas mientras la familia se abría paso hasta la barrera entre los andenes nueve y diez. La voz de Albus llegó hasta Harry por encima del clamor que les rodeaba; sus hijos habían reasumido la discusión que habían empezado en el coche.
-¡No! ¡No estaré en Slytherin!
-¡James, dale un respiro! -dijo Ginny.
-Yo solo digo que podría ser, -dijo James, sonriendo a su hermano menor-. No hay nada de malo en ello. Podría estar en Slyth...
Pero James captó la mirada de su madre y se quedó en silencio. Los cinco Potters se aproximaron a la barrera. Con una mirada ligeramente autosuficiente sobre el hombro hacia su hermano menor, James tomó el carrito de manos de su madre y echó a correr. Un momento después, se había desvanecido.
-Me escribiréis, ¿verdad? -preguntó Albus a sus padres inmediatamente, aprovechando la momentanea ausencia de su hermano.
-Cada día, si quieres que lo hagamos, -dijo Ginny.
-No cada día, -dijo Albus rápidamente-. James dice que la mayoría de la gente solo recibe cartas de casa una vez al mes.
-Escribimos a Jemes tres veces por semana, -dijo Ginny.
-Y no deberías creer todo lo que te cuenta de Hogwarts -añadió Harry-. A tu hermano le gusta gastar bromas.
Lado a lado, empujaron el segundo carrito hacia adelante, cobrando velocidad. Cuando se aproximaron a la barrera, Albus hizo una mueca, pero no se produjo ninguna colisión. En vez de eso, la familia emergió a la plataforma nueve y tres cuartos, que estaba oscurecida por el vapor blanco que surgía del expreso escarlata de Hogwarts. Figuras confusas se movían como un engambre a través de la neblina, en la que James ya había desaparecido.
-¿Dónde están? -preguntó Albus ansiosamente, espiando hacia las nebulosas formas que pasaban mientras se abrían paso andén abajo.
-Los encontraremos -dijo Ginny tranquilizadoramente.
Pero el vapor era denso, y resultaba dificil discernir la cara de nadie. Desconectadas de sus propietarios, las voces sonaban antinaturalmente ruidosas. Harry creyó haber oído a Persy discurriendo ruidosamente acerca de las regulaciones de escobas, y se alegró la excusa que se le presentaba para no pasar y saludar...
-Creo que esos son ellos, Al, -dijo Ginny de repente.
Un grupo de cuatro personas emergió de la niebla, de pie junto a un carrito muy grande. Sus caras solo se enfocaron cuando Harry, Ginny, Lily, y Albus llegaron justo ante ellos.
-Hola, -dijo Albus, que sonaba inmensamente aliviado.
Rose, que ya vestía su nueva túnica de Hogwarts, le sonrió.
-¿Todo bien al aparcar entonces? -preguntó Ron a Harry-. Para mí si. Hermione no se creía que pudiera pasar un exámen de conducir muggle, ¿verdad? Pensó que había Confundido al examinador.
-No, no es cierto, -dijo Hermione-. Tenía una fé absoluta en ti.
-Para que quede claro, le Confundí. -susurró Ron a Harry mientras juntos alzaban el baúl de Albus y la lechuza hasta el vagón-. Solo olvidé mirar por el retrovisor, y mira tú. Puedo utilizar un Encantamiento Supersensorial para eso.
De vuelta en la plataforma, encontraron a Lilly y Hugo, el hermano menor de Rose, teniendo una animada conversación sobre en qué casa serían seleccionados cuando finalmente fueran a Hogwarts.
-Si no entras en Gryffindor, te desheredaremos, -dijo Ron- pero sin presiones.
-¡Ron!
Lilly y Hugo rieron, pero Albys y Rose parecían solemnes.
-No lo dice en serio, -dijeron Hermione y Ginny, pero Ron ya no estaba prestando atención. Captando la atención de Harry, asintió subcepticiamente hacia un punto a unas cincuenta yardas de distancia. El vapor se había disipado por un momento y tres personas estaban de pie en un espacio libre de la cambiante niebla.
-Mira quién está ahí.
Draco Malfoy estaba allí de pie con su esposa e hijo, con un abrigo oscuro abonotado hasta la garganta. Su pelo estaba peinado hacia atrás de tal forma que enfatizada la barbilla puntiaguda. El nuevo chico se parecía a Draco tanto como Albus se parecía a Harry. Draco captó un vistazo de Harry, Ron, Hermione y Ginny mirándole, asintió cortesmente, y se alejó.
-Así que ese es el pequeño Scorpius, -dijo Ron por la bajo-. Asegúrate de machacarle en cada exámen, Rosie. Gracias a Dios heredaste el cerebro de tu madre.
-Ron, por amor de Dios, -dijo Hermione medio severa, medio divertida-. ¡No intentes volverlos uno contra otro antes de que empiecen siquiera la escuela!
-Tienes razón, lo siento, -dijo Ron, pero incapaz de contenerse, añadió-. No seas muy amigable con él, Rosie. El abuelo Wesley nunca te perdonaría que te casaras con un sangre pura.
-¡Ey!
James había reaparecido, se había librado a sí mismo de su baúl, lechuza y carrito, y evidentemente estaba que explotaba con nuevas noticias.
-Teddy está de vuelta, -dijo sin respiración, señalando sobre el hombro hacia las vaporosas nubes-. ¡Acabo de verle! Y adivinad que está haciendo. ¡Morreándose con Victoire!
Fulminó con la mirada a los adultos, evidentemente decepcionado por su falta de reacción.
-¡Nuestro Teddy! ¡Teddy Lupin! ¡Morreándose con nuestra Victoire! ¿Nuestra prima? Y le pregunté a Teddy que estaba haciendo...
-¿Les interrumpiste? -dijo Ginny- Te pareces tanto a Ron...
-... ¡y dijo que había venido a verla! Y después me dijo que me largara. ¡La estaba morreando! -Añadió James como preocupado de no haber sido lo bastante claro.
-¡Oh, sería adorable que se casaran! -murmuró Lilly soñadoramente-. ¡Entonces Teddy sería realmente parte de la familia!
-Ya viene a casa a cenar casi todos los días -dijo Harry, .... falla mi imaginación pero supongo que dice algo así como qué más da que se quede todo el rato.
-¡Si! -dijo James entusiamado-. No me importaría compartir cuarto con Al... Teddy podría quedarse mi habitación.
-No, -dijo Harry firmemente-. Al y tú os estaríais peleando a cada rato y no quiero que la casa acabe demolida.
Comprobó el carrito.
-Son casi las once, será mejor que subáis.
-¡No olvides darle recuerdos a Neville! -dijo Ginny a James y le abrazó.
-¡Mamá! No puedo hacer eso con un profesor.
-Pero conoces a Neville...
James puso los ojos en blanco.
-Fuera, si, pero en la escuela es el Profesor Longbotton, ¿verdad? No puedo entrar en Herbología y darle recuerdos...
Sacudiendo la cabeza ante las tonterías de su madre, se apresuró a adelantarse para dar una patada a Albus.
-Luego te veo, Al. Vigila a los Thestrals.
-Creía que eran invisibles. Dijiste que eran invisibles.
Pero James simplemente se rio, permitió que su madre le besara, dio un abrazo rápido a su padre, después saltó rápidamente al tren. Le vieron avanzar, después alejarse vagón arriba hacia sus amigos.
-Los Thestrals no son nada de qué preocuparse, -dijo Harry a Albus-. Son criaturas gentiles, no hay nada que asuste en ellos. De otodos modos, vosotros no vais a llegar a la escuela en los carruajes, iréis en botes.
Ginny se despidió de Albus.
-Te veremos en Navidad.
-Adios, Al, -dijo Harry mientras su hijo le abrazaba-. No olvides que Hagrid te ha invitado a tomar el té el próximo viernes. No te metas en lios con Peeves. Nada de duelos con nadie hasta que hayas aprendido como hacerlo. Y no dejes que James se meta contigo.
-¿Y si acabo en Slytherin?
El susurro era solo para su padre, y Harry sabía que solo el momento de la partida podría haber obligado a Albys a revelar lo grande y sincero que era su temor.
Harry se agachó para que la cara de Albus estuviera ligeramente por encima de la suya. Solo Albus entre los tres hijos de Harry, había heredado los ojos de Lilly.
-Albus Severus, -dijo Harry quedamente, para que nadie más que Ginny pudiera oirle, y ella tenía suficiente tacto como para fingir que estaba escuchando a Rose, que ya estaba en el tren-, te pusimos ese nombre por dos directores de Hogwarts. Uno de ellos era un Slytherin y fue probablemente el hombre más valiente que nunca haya conocido.
-Pero y si...
-... entonces la Casa Slytherin habrá ganado un excelente estudiante, ¿verdad? A nosotros no nos importa, Al. Pero si a ti te importa tanto, podrás elegir Gryffindor en vez de Slytherin. El Sombrero Seleccionador toma en cuenta tu elección.
-¡De veras!
-Lo hizo en mi caso, -dijo Harry.
Nunca antes había contado eso a sus hijos, y vio la maravilla en la cara de Albus cuando lo dijo. Pero ya las puertas se estaba cerrando a lo largo de todo el tren escarlata, y los sonidos señalaban el momento de partir para los últimos rezagados.
Albus saltó al vagón y Ginny cerró la puerta tras él. Los estudiantes colgaban de las ventanas que tenían más cerca. Un gran engambre de caras, sobre y fuera del tren, parecían estar vueltas hacia Harry.
-¿Por qué están todos mirando? -exigió Albus mientras Rose y él se giraban alrededor para mirar al resto de los estudiantes.
-No dejes que eso te preocupe, -dijo Ron-. Soy yo. Soy extremadamente interesante.
Albus, Rosie, Hugo, y Lily rieron. El tren empezó a moverse, y Harry caminó junto a él, observando la delgada cara de su hijo, ya sonrojada por la excitación. Harry siguió sonriendo y saludando, incluso aunque era un poco embarazoso, observando como su hijo se alejaba de él...
El último rastro de humo se evaporó en el aire otoñal. El tren había doblado una esquina. La mano de Harry estaba inmóvil, alzada en un adiós.
-Estará bien, -murmuró Ginny.
Cuando Harry miró hacia ella, bajó la mano ausentemente y se tocó la cicatriz en forma de relámpago de la frente.
-Lo sé.
La cicatriz no le había dolido a Harry en diecinueve años. Todo iba bien.

FIN


 
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